martes, 26 de octubre de 2010

De vez en cuando, hace falta...

La vida no es un drama, aunque de vez en cuando hacemos un "show" por tonterías... La vida debería estar llena de retratos, de esos que sonreímos para luego, en una tarde pacífica, nos sentemos a recordar lo bien que lo pasamos. En una de esas, nos vuelve a dar ganas de hacer cosas más increíbles aún.

Hoy recordaba con mi amiga, el día de mi cumpleaños hace dos años atrás. En mis "retratos" me veo con una sonrisa patética. Considero que he sido bendecida y que no me puedo quejar... Lo cierto es, que días "no tan buenos" hemos tenido todos y ese día fue uno de esos para mí.

Le contaba a mi amiga, que durante semanas antes de mi cumpleaños, estuve enviando mensajes y llamando a algunas personas que consideraba, en aquel entonces, para mis pocos envelecos o salidas para pasar un buen rato. Era una vez a la semana que hacía ese ejercicio. Sin asistencia alguna, me veía como todos los jueves; regresando a mi casa de la misma manera... Y uno que otro jueves me tiré la maroma sola y como siempre, encontraba la manera de despejarme de la situación. Algunos tomaban la cortesía de responder que no podían por X o Y compromiso previsto; otros hasta el último momento me daban la seguridad de ir y al final respondían como los mismos que aún espero contestación...

El día de mi cumpleaños fue un martes, día de semana, y tenía muchas ganas de salir y hacer algo distinto, pero ¡salir con gente! Mis compañeros de trabajo me sorprendieron con un bizcocho y me cantaron cumpleaños feliz. Horas más tarde, una persona se inventó una salida repentina para celebrar y fue la única que estuvo disponible... Los que me llamaron para felicitarme, los invité... Ninguno pudo llegar, por compromisos. Sólo celebré con mi compañera de trabajo y un amigo de ella (quien buscaba hacer algo esa noche). Acabamos temprano "la celebración", había trabajo al otro día y los negocios comenzaban a cerrar como a las 10:30pm.

Regresé a mi casa, mi familia me recibió con un bizcocho, recuperé un día grato con ellos. Hay fotos de ese momento en el que mi perrita me recibió con esa alegría con la que esperé un abrazo, ese día, de "un amigo", aparte de mi familia...

Una vez más, comprendí, que amigos hay pocos... Sólo necesitaba uno, realmente un amigo, con quien pasar un buen rato. Sólo necesitaba de una sola compañía que estuviera dispuesta a ir conmigo a donde fuera, cuando fuera y que en otras ocasiones se inventara algo para acompañarlo de la misma manera. De vez en cuando necesitamos sólo llamar y decir: "ven, acompáñame a pasear un rato" y recibir un: "¡Vamos!" en cuerpo presente.

A mi amiga, con quien compartí esta anécdota antes de escribirla; gracias por existir. ¡Qué viva la verdadera amistad!


26/octubre/2010
11:26pm

No hay comentarios:

Publicar un comentario