lunes, 30 de mayo de 2011

"Sana, sana «curita» de rana..."

Tenía alrededor de 7 a 9 años, era una tarde luego del colegio, corría en mi "bici" color azul celeste y blanca. Corría cerca de mi casa, pero en un despiste, me acerqué demasiado a la "verja" de una casa vecina, tuve un accidente donde sufrieron mis rodillas y mis codos... Era parte del proceso de aprender a correr bicicleta. Finalmente, sellé la herida con «curitas» (banda adhesiva para heridas pequeñas). Lo cierto es que sanaba mejor cuando dejaba abierta la herida para que respirara...
"Sana, sana curita de rana, que si no sana hoy, sanará mañana..."

¿Y cómo sana el alma...? Mientras más pasa el tiempo, mientras vamos creciendo, seguimos cayéndonos y golpeándonos. Alcanzamos una edad que ya no es así de sencillo, que la abuelita nos unte algún remedio casero y nos cante la canción para sentirnos mejor... Aunque sí existen grandes personas que «siempre» están ahí, cuando tenemos cierta edad, vale más nuestras propias palabras para reanimarnos y continuar. Queda un instante donde nosotros mismos necesitamos apoyarnos de "un impulso" y algo que va más allá de lo que podamos comprender, para levantarnos nuevamente; la esperanza. No se nos culpa, si luego de caer de la bicicleta, le tengamos manía a treparnos en ella nuevamente, pero sabemos que debemos romper con ese "temor". No hay nada escrito que asegure que no continuaremos tropezándonos, pero sí es seguro que en el intento, logremos alcanzar y llegar a donde deseamos.

No hay "curitas" para el alma, no hay una norma o regla que determine como sanar el dolor del alma, las desilusiones, la tristeza abismal, la muerte de un ser querido, la muerte del alma (gemela); pero una razón es suficiente: aún estamos vivos. Entonces, el simple hecho de existir, es buena señal de continuar en la "carrera de las ranas". Sólo llega a la cima aquella "rana sorda", aquella que solamente escucha su corazón, y que para ella "no hay imposibles". Alcanzará la cima el optimista y quien tenga un corazón dispuesto.

Quizás la carrera y el camino parezcan eternos, pero he comprendido que "mientras más amo, más cerca está el cielo...", como lo canta Axel Fernando, cuando nos invita a celebrar la vida. Basta con decidir abrir la herida (con cautela) para que logre cicatrizar ante un aire fresco, puro y limpio. Cuando una brisa de aliento nos roce, es el toque a la puerta de nuestra alma; la libertad de abrir nuestros brazos para lo nuevo y genuino...
"¡Corrige en el camino, pero lánzate...!"

sábado, 21 de mayo de 2011

¿Señal u ofuscación?

Una noche, como de costumbre, regué unas plantas de mi casa. Para mi sorpresa, me encontré con un hermoso lirio... Durante un año, aproximadamente, estuve regándolas de forma rutinaria, sin esperar nada, simplemente lo hacía. Esa noche algo dentro de mí se exaltaba diciéndome: "esto es producto de la paciencia sin espera... ¡Qué hermosa es la naturaleza!". Llevaba días que mi interior se sentía algo inconsolable y con mucha pena... Admirar la flor provocaba en mí un espíritu de esperanza y serenidad inexplicable.

¿Cuántas veces hemos estado conduciendo el mismo trayecto de lunes a viernes y "sin ton ni son" algo despierta una diferencia? Formamos rutinas diarias y es tan simple como observar la naturaleza para motivarnos a romper la costumbre o los pensamientos que nos oprimen y nos angustian.

Por otro lado, también formamos y creamos ilusiones de algo simple que apenas ha dado fruto... Creamos planes en una base que aún no es sólida y/o que no sólo dependen de uno mismo. Nada es para siempre y todo tiene un fin. Realmente nunca nos preparamos para "la muerte" o el fin de "algo", pero a veces no terminan los momentos como deseamos y comenzamos a cuestionarnos... ¿Serán señales que siempre estuvieron pero obviamos o una idealización que convertimos en una ofuscación?

Un amigo, experimentaba el extraordinario proceso de salir con alguien e intentarlo. Tan pronto comenzó a reconocer que estaba enamorado, no pasó tanto tiempo cuando afrontaba la desilusión... Tuvo que enfrentar el choque de lo que surgía en su corazón versus la realidad de la otra parte. Ella no quería continuar. Inevitablemente comenzó a cuestionarse; ¿por qué ella actuaba de una manera si al final no sentía lo mismo...? Quizás envió señales, pero el sentimiento que nacía en él idealizó otro mensaje que lo impulsaba a arriesgarse.

Los "pequeños" detalles toman gran valor, pues van determinando el próximo paso a seguir. Cada riesgo debe tener un fundamento, aunque no sabemos cuándo será el final, deseamos disfrutar de ese instante. No nos debemos cegar a proseguir sin tener motivos firmes; y de observar algún indicio de desapego, creo que es momento de tomar las riendas de nuestros sentimientos y ser cautelosos. Sólo hay un momento preciso y hay que saberlo agarrar. Ojalá todo el universo conspire para que esa oportunidad pueda prolongarse durante un tiempo de excelencia.
"Cuando una persona desea realmente algo, el Universo entero conspira para que pueda realizar su sueño. Basta con aprender a escuchar los dictados del corazón y a descifrar un lenguaje que está más allá de las palabras, el que muestra aquello que los ojos no pueden ver." –Paulo Coehlo

miércoles, 11 de mayo de 2011

¡Al natural!

En solfeo musical, mientras leía partituras de piano, -naturalmente- busqué un supuesto sinónimo del símbolo, [ ♮ ], que precisamente lee la nota musical como un sonido "natural"; cancela un «sostenido» o «bemol». Al no registrar la palabra "natural" en mi mente, le llamé al empezar: "nota regular". Finalmente, capté la diferencia de estas dos palabras, pues no necesariamente significan lo mismo.

Naturalmente, la vida tiene un ritmo, el cual es inevitable detener, pero si podemos afectar o "accidentar". Regularmente, nosotros mismos tomamos decisiones, que para bien o para mal, van marcando el "tempo", el "compás" de nuestra ruta. Siempre he dicho que, la vida es música, y cada vez que voy adentrándome en el tema, veo tanta similitud en ella... Cada canción que escuchamos nos dice algo y creamos estigmas en nuestro archivo del alma.

El tiempo sigue marcando nuestro curso por la vida y vale más la melodía que hagamos con ella... Ojalá no lleguemos a desafinar, pues la música es perfecta y natural. Quizás nos adelantemos o atrasemos en el ritmo, lo importante es volver a agarrar el tiempo y dejarnos llevar en armonía. Está bien planificar de vez en cuando, pero dejar que esos detalles que aparecen espontáneamente vayan creando la fusión perfecta; entre lo programado y lo nato. No se trata de la cantidad de experiencia, sino la suficiente y necesaria, que dictan la intensidad del momento.

Mientras un año viene otro se va
Mientras más años, más maniático somos
Mientras más "grandes" más deseamos ser niños...
Mientras se acerca ese día; ¿hacia dónde va la medida: en los positivos o negativos...?
Un año que viene, otro que se va...
Un día más en el calendario, ¡qué más da!
Al final, lo que cuenta es cómo has vivido y no cuánto.
¡VIVE LA VIDA!


Que la intensidad en que vivamos no sea regular, sino natural... "Nunca es tarde si la dicha es buena."

martes, 3 de mayo de 2011

Arrancando las etiquetas

Inconcientemente o quizás con algo racional, somos individuos que le ponemos etiqueta a cada persona, lugar y objeto. Nos dejamos llevar por primeras impresiones o por sucesos de acuerdo a experiencias; y arrancar esa etiqueta que antepusimos, para proseguir, es contradictorio para nuestro cerebro. Resulta increíble poder romper con los paradigmas con los que crecemos y nos desarrollamos, pero se puede.

Mientras descubrimos quiénes somos y hacia donde vamos, por este rumbo ilimitado llamado vida, percibimos que cuando nos acercamos más a lo que queremos y realmente deseamos, nuestro corazón brinca de emoción. Sin embargo, cuando ese sentimiento no es puro, sino el resultado de lo que pensamos –de acuerdo a... un sinnúmero de variables– predisponemos a nuestro corazón a encontrarse en la disyuntiva entre lo correcto, lo que realmente anhelamos, o lo que la intuición dice que es lo "perfecto" para nosotros. Entre lo que nos apasiona y lo correcto habita la fe y el miedo.

Es hermoso cuando el corazón es puro y se avienta a lo que desea y sueña, sin límites... No obstante, para bien o para mal, las limitaciones y los obstáculos se van anteponiendo por el camino, llenando la mente de debilidades y posibles dudas. Definir nuestro "yo" y lo que quiero, se convierte en un verdadero reto entre lo que piensan los otros –vs.- lo que, sé, puedo alcanzar. Y como canta Maná; "es más fácil llegar al Sol, que a tu corazón...", pues resulta más fácil alcanzar lo que ambicionamos, que entender el por qué ese deseo proviene del corazón, llamado pasión... Para comprender lo complejo y lo simple hay que arrancarse las etiquetas y entrar al mundo como niños, con corazones puros y "sin miedo a nada". Anhelando y proyectándonos, pero viviéndolo. Creyendo e imaginando, creando y explorando, pero convirtiéndolo en realidad.