martes, 30 de agosto de 2011

Un abrazo de despedida

Voy atravesando la realidad ante la firmeza que tambalea con un "hasta pronto"... "¡Falta un cepillo de dientes!" Está muy ordenada la casa. Se goza, pero se siente vacío, hay un espacio y sólo le pertenece a alguien.

Ayer le daba un abrazo a uno de mis hermanos al despedirnos en el aeropuerto, estaba tranquila y hasta bromeando (¡con lo sentimental que soy...!). El día transcurrió "normal" con una gran variante, todo fluyó y me dejé consentir en el tiempo. No es la primera vez que nos despedimos por un tiempo (de ida y vuelta), pero algo volvió a despegarse en mí.

Tan pronto me monté en el auto de regreso a casa, pensaba ¿por qué es un abrazo distinto al resto que nos dimos durante estos meses juntos?, ¿por qué aunque se intente pasarlo bien en las despedidas se queda un trago amargo...? Regresó aquella fotografía en mi memoria: yo sola, recién sentada en el avión, me colocaba mis audífonos y al azar comenzó a sonar: "No veo la hora..." Aquel día lluvioso, me despedía de alguien muy importante en mi vida, abracé con todo y sin nada, confié en un "hasta pronto". Me faltaron fuerzas para abrazar y sentir que no era una despedida. Mis ojos hinchados reflejaban el quebranto de mi corazón junto con los sentimientos revueltos. Ese abrazo se quedó grabado en la piel de mi memoria y el recuerdo volvió al despedirme de mi hermano una vez más...

Extraño tanto, estoy cansada de echar de menos... Despedirse una y otra vez provoca cansancio físico y mental, pero la vida es así. Todo tiene un pasaje de ida y vuelta. Nada es permanente, excepto el amor que perdura en el tiempo... Todo sea para mejor.

Se me quemaron mis tostadas en el desayuno y desde que desperté no tenía energía, entonces internalicé que ya no estabas aquí...


-herman[ita] "bakana"

jueves, 25 de agosto de 2011

Disfrutando de pequeñeces...

Aún no llega la energía eléctrica.
Los malhumores están in crescendo; la humedad, el calor, la lluvia, los truenos, los malos olores, los ruidos inoportunos, los ánimos alocados, mucho tiempo para pensar, todo se complica... Nos acostumbramos tanto a las facilidades que cuando surge una necesidad "nos volvemos un ocho".

Qué descanses linda noche... Una noche de juegos de mesa, agua al natural (no fría), compartir en familia, escuchar nuestras anécdotas o "tonteras" que suceden a cada rato, tratando de mantener limpia la casa (a luz de vela), pendiente a las necesidades fisiológicas de mis perritos, reír con sus ocurrencias... Bien entrada la noche, ya en el "quinto sueño", abrí los ojos al escuchar a la vecina como a las 3 de la mañana decirle a su hija: "-¡Mija! ¿Qué hora es? -(...) -¡Todavíaaa!", volver a dormir escuchando el sutil sonido de gotas de lluvia caer en donde sea, quizás una que otra planta eléctrica de otro vecino, arroparme en la madrugada porque entró el frío, dormir con las ventanas abiertas... Es vivir en la ciudad, como si fuera el campo. Me hace sentir que estoy más cerca de lo sencillo y lo esencial. Me gusta más, pero ¡que llegue la luz! ¡Jaja!

De camino a mi rutina, voy extrañando lo que voy dejando atrás. Quizás un poco exasperada por el calor de la humedad (quizás), respiro, me tranquilizo. De repente comienzo a verle el lado positivo de esta situación; me gusta así, por un rato, vivir al natural, con lo suficiente y necesario. Sonrío, me siento en paz y encuentro estacionamiento rápido. Para el almuerzo, pensé que dejé mis cubiertos, pero observo nuevamente y ahí están (los que no usé el otro día). La vida me trae pequeñeces -magníficas-, ¡pero qué simpáticas! Llego al mundo "real" y escucho quejas, quejas y quejas de quien más tiene y no carece. Tengo dos opciones; unirme a las quejas o sacudir la cabeza, sonreír y pensar que no estoy tan mal (al menos me queda escoger entre irritabilidad o buena actitud).

"¡Gracias a la vida...que me ha dado tanto!"
-compuesta e interpretada por: Violeta Parra, chilena
-interpretada también por: Mercedes Sosa, argentina


*NOTA: Sin luz eléctrica tras el paso del Huracán Irene en Puerto Rico (22/agosto/2011)

miércoles, 24 de agosto de 2011

El destierro del sentimiento...


Aunque todo depende desde el ángulo en que se mire, a mi me tocó justo el centro.. Yo no lo pedí, me llegó.


Me trasladé por un momento a los tiempos de una Dolores "Lola" Rodríguez de Tió, quien fue desterrada de Puerto Rico, siempre luchando por su patria, y aún en tierra vecina su llamado patriótico por la libertad no cesaba... Me pregunto, ¿alguna vez ella pensó en "rendirse" ante una revolución que se veía lejana o quizás sin frutos...?

Comparo este sentimiento de amor hacia la patria, con el mismo sentimiento "amor"; ese amor puro, que nace sin razón visible, sino del corazón, de eso que sin pronunciarlo se siente en los poros, se vive... En el exilio (lejos del lugar al que se pertenece) los sentimientos permanecen y se intensifican. Aunque el dolor del destierro nos «castiga» con una pena despiadada, que aparenta ser la "correcta" ante un acto digno por la lucha de sentimientos, es inquebrantable lo que nació de las entrañas, y quizás es más inmenso que el dolor. Y no se pretende compasión por lo que se siente, sino comprensión, sentimiento recíproco y puro. Entonces en el exilio se vive la cruda batalla del "ser o no ser", de estar o no, porque cuando se ama hay libertad, más no se abandona; se proclama, pero no se obliga. Cuando se rechaza una idea "revolucionaria", hay muchas formas de hacer frente, pero amar es mi fuerte... En este punto contradictorio de revolución y —amor- en todo el sentido de la palabra, hay una lucha interna entre la pasión, el derecho y la libertad de ser felices... Y todo esto comienza en uno mismo. Renunciar a lo que sentimos me parece un suicidio. Quizás se deba cumplir con un[a] «orden», aunque ya esté cansada de "echar de menos", no encuentro como opción abandonar el amor.




NOTA: Enviado a publicar -originalmente- entre el domingo, 21 y lunes, 22/agosto/2011, minutos antes de que la Tormenta Irene (que se convirtió en Huracán «aquí» en tierra) comenzara su paso y hacer estragos en mi Isla; Puerto Rico. Se fue la luz.