lunes, 26 de septiembre de 2011

Luto al recuerdo...

Crecer es parte de la vida; recibir cantazos, golpes (como el que torpemente me hice el otro día a las 2am con un cuadro), llorar, pero volver a reír también es parte del ciclo de la vida. En fin, son las responsabilidades que van surgiendo, a veces sin pedirlas, los momentos que dejan marcas e impulsan nuestro camino para crecer, son vitales para forjar nuestro ser. ¡Cuánto deseamos ser niños otra vez! Es por eso que aún me creo niña, y no cabe duda que soy risueña...

Cada año que pasa me conmueve la fortaleza de mis abuelitas en sus respectivas historias... Si es difícil superar un desamor o un mal de amores, ¿cuánto más doloroso es la pérdida de un ser amado...? Mi abuela paterna enviudó de mi abuelo años antes de yo nacer, y así estuvo aproximadamente 12 años hasta que volvió a casarse. Mi abuela materna enviudó en el 2000, y aún le guardamos luto al recuerdo de mi abuelo. Sin embargo, no necesariamente se guarda luto con llanto, sino con respeto, con cariño, con los hermosos recuerdos que permanecen en los vivos y en el tiempo... No debe ser coincidencia escuchar este tema, cuando en un octubre de hace casi 30 años falleció mi abuelo paterno; quien seguramente hubiese «alcahueteado» a sus nietos...

Y así es la vida, "esta vida tan bonita" que "mientras unos vienen y otros van", mientras unos se despiden, otros nacen trayendo nuevas alegrías. El nacimiento a veces suele ser inesperado, pero resulta ser necesario para calmar el dolor. No se reemplaza lugares, se llena espacios. Y con todo esto, admiro el luto al recuerdo que llevan muchas mujeres y hombres a sus primeros amores, a sus seres amados, a sus hijos, pero que reafirman con acciones que la vida continúa y vale más el esfuerzo de volver a sonreír que quedarse en la oscuridad de la soledad.

Que descanse en paz... el recuerdo.


-Compuesta por: Carlos Almarán, panameño

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