martes, 7 de septiembre de 2010

El poder de una palabra...

Qué increíble, pero cierto. Anoche, una de esas pocas noches que me da sueño a una hora que considero "normal" y en mi rutina "temprano", estaba lista y decidida ir a dormir. Entre la espera (para coincidir con el tiempo que no controlo) y darme cuenta que mi día hasta ese entonces había concluído, surgió otro momento desprevenido que puso en pausa el cansancio que me comenzaba a caer.

Uno desea que esos momentos desprevenidos sean todos gratos y un bono al día. Sin embargo, por malos entendidos se torna pesado y más cansón aún. Es determinante para una buena o mala noche concluir la velada con palabras como "...si es que consigues dormir." Entonces, aún cuando duermes, tu mente se queda en el vacío cosiendo lazos de ideas sueltas y que no tienen que ver unas con otras. Pensé iba a tener "buena noche", como se deseó originalmente.

Para usted, que al igual que yo, tiene algunos días "no tan buenos" le digo (y me lo aplicaré): los malos ratos y las malas hazañas de otros no deben tener espacio en nuestras vidas, así que pensar en esas situaciones más de 1 día es una locura. Darle cabida a lo que no vale la pena, lo amarga a usted y arrastra consigo a los que amas y no tienen que ver. Darle vueltas a un asunto por 3 días, te "jamaquea" de tus prioridades y de las personas que sí valen.

Hoy, decidí cambiar la mala noche y me levanté entusiasta y decidida a tener un lindo día; disfrutar lo que tengo en el presente conmigo: amor, un trabajo, buenos compañeros, creatividad (que debo pescar en el aire con pensamientos positivos) y una familia que me anima diciéndome: "me tienes que cocinar esa exquisitez"; ¡eso es vida!


7/septiembre/2010
11:17am

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